Autora: Alice Múnera

La autora

Alice Múnera -Biografía-
Cartago, Valle del Cauca, Colombia, enero de 1973. Enfermera por vocación, con todo el deseo de servir al prójimo; defensora de la libertad de expresión, total-mente convencida del gran papel que hacemos las mujeres en el mundo como madres, escritoras, trabaja-doras o en los campos que escojamos; amante de las noches bohemias donde la música y las letras son las protagonistas. Enamorada eterna de la lengua de señas por ser el medio de comunicación que nos mantiene cómplices de los que se expresan con el alma. Inicio a escribir mis primeras letras poéticas estando muy pequeña, pero solo hasta hace cuatro años pertenezco al Grupo CRISÁLIDA POÉTICA, formándome en cada taller, haciendo el ejercicio diario de sacar las catarsis y escribir. He asistido a la Escuela Itinerante de Filosofía de la Poesía ALUNA, dirigido por la Maestra MARGA LÓPEZ DÍAZ. Miembro activo de la SOCIEDAD VENEZOLANA DE ARTE INTERNACIONAL. SVAI y de la UNIÓN HISPANOMUNDIAL DE ESCRITORES. UHE., y desde hace dos años hago también parte de NACIONES UNIDAS DE LAS LETRAS con sede en Chía (Cundinamarca) Dirigida por el Filólogo y Poeta Universal Dr. JOSEPH BEROLO RAMOS.


Autora:
Alice Múnera.
Título:
Deambular.
Medidas:
5,5×8,5 pulgadas
Páginas: 106 interior en blanco y negro.
ISBN: 978-1719108645
Libro en papel: 19,99$ en Amazon.com (COMPRAR)
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15,02£ en Amazon.co.uk (COMPRAR)


Portada del libro

“Deambular” viene del verbo latino deambulare (pasearse) y al pasearme por los poemas de Alice Múnera, lo he hecho en sus diferentes estados emocionales: en el del delirio gozoso, en el del dolor y la agonía que lacera y en el estado de paz y sosiego. Ella, dotada del poder mágico de la palabra, se abre camino hoy, en el mundo de la poesía femenina, con naturalidad y sencillez al convertir en poemas las cosas cotidianas de la vida; con su estro poético expresado en diversidad de temas que la hacen universal y emotiva. La generosidad de su alma ha permitido que la acompañe en su deambular poético para prologarle su poemario y presentarme en las Asociaciones Literarias en las cuales es Miembro activo. Alice Múnera ha bebido de la fuente de los grandes poetas y poetisas para enriquecer su cauce poético, y ser capaz de ver y sentir tesoros ocultos en líneas torcidas que enseñan lo recto, soñar con imágenes de un verde que acicala la esperanza, de túnicas blancas que cobijan y de narrar catarsis que alivian sus penas. Sus poemas son susurros del alma que deambulan en versos libres, y llegan por sí solos al corazón, a la sensibilidad de cada lector.

Jeannette Suleika Bueno A.
Poeta

Autor: Rafa Arana Díez

Cuentos reales.
Medidas: 5,5×8,5inches/ pulgadas
Páginas: 212 en blanco y negro.
ISBN: 978-1981924981
Libro en papel: 17,52$ en Amazon.com (COMPRAR)
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Portada del libro

Corrías por las praderas, tenías los ojos con ese matiz gris azulado. Eran ojos tristes, equivocados, llenos de melancolía. Corrían por mis venas recuerdos tuyos, y me proclamé independiente. Corría por mis venas el quejido del mundo, y me proclamé feliz. La fragante quimera, el amor con sus cuatro letras, las miradas tenues, sombrías, los vacíos.

Recuerdo que, gimiendo lejos, me acercaba y me alejaba a la nostalgia de la que me enamoré. No me avergüenzo de ello, aún tengo en mí la nostalgia, ahora la dejo pasear por mi habitación. Dicen que es como un albor quemado que nos desvanece. Dices que el tiempo del amor hay que calibrarlo, que mirando al cielo ni vives ni dejas vivir, sólo sientes, hablas y a veces calibras recuerdos. Eso es vivir ¿no?, hay que patinar en la fluidez de vez en cuando, o perderse en esas olas eternas, amar la rutina. Un día, miré a las estrellas, me amortiguaron palabras, palabras de quebranto, de memoria, eran o decían ser inertes sueños de esperanza, las hablé a ellas como hablaba a los planetas El Principito, y la naturaleza me hizo escribir. La naturaleza tiende a ser verde, pues pinté de verde mis frases, mis techos, mis paredes, hasta pinté de verde mis fronteras. Como El Principito, le pregunté muchas cosas a las estrellas. No me contestaron, me llené de la ceniza de los días grises sin compañía y sólo quería quimeras. Paseé por esas veredas también verdes preguntando por un tal “olvido”. No me dijeron dónde estaba, pero me hablaron de una tal “memoria”. Ciego y con una destreza infantil, hablé con el instrumento del corazón, y me dictó palabras. Con ellas he imaginado que el mundo puede ser diferente.        Roberto Dominguez