Autor: Francisco Muñoz Soler

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El autor, Francisco Muñoz Soler en Nueva York en marzo de 2016

Francisco Muñoz Soler nació en Málaga el 24 de Diciembre de 1.957

Bibliografía:
2015- Latido íntimo-Inner heartbeat                 Ed. Corona del Sur, Málaga, España
2014- Select Poems – Poemas Selectos             Ed. CreativeSpace, California-USA
2014- Esencias y Alma entre almas (2ª ed.)      Ed. Difusiona2, Sevilla-España
2014- En tiempo de prodigios 2008-14             Ed. Navegando sueños, El Salvador
2012- Esencias y Alma entre almas                   Ed. Transtextual, México
2012- La claridad asombrosa (2 ª edición)        Ediciones El Barco Ebrio, España
2011- La incierta superficie (Antología)          Colección Sur, La Habana-Cuba
2011- Ícaro                                                         Ediciones El Barco Ebrio, España
2011- Selección Natural (Selección)                 Ediciones Rubeo, Málaga, España
2010- Restauración y La voz del pensamiento  Editorial A Bordo del Polen, México
2010- Una flor erguida (Selección)                   Ediciones Paracaídas, Lima-Perú.
2009- La claridad asombrosa.                            Editorial Voces de Hoy, Florida-USA
2008- La densa corporeidad de mi memoria     Ediciones Estival, Venezuela
2006- Áspero tránsito                                     Ediciones Pájaros en los cables, Lima-Perú
2000- Lluvia ácida                                            Ediciones Vicio Perfecto, Lima-Perú
1996- Prehistoria poética 1978-1988/96           Ediciones Estival, Venezuela

Ha sido traducido al inglés, italiano y árabe.

2015- Presentaciones en Tánger(Marruecos) y París(Francia)
2015-Feria del libro Hispana/Latino de Nueva York, USA
2015-Gira de presentaciones en Managua, Nicaragua
2015-Gira de presentaciones en El Salvador
2015-Feria Internacional del Libro de La Habana, Cuba
2014-Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México
2014-Feria del Libro Dominicano de Nueva York, USA
2014-Encuentro Internacional de Poesía de Ourense, España
2013-Festival Internacional de Poesía Caracol Tijuana, México
2013-Festival Internacional de Poesía de Quetzaltenango, Guatemala
2013- Festival Internacional de Poesía de La Habana y gira por Cuba
2012- Festival Internacional de Poesía de La Habana, Cuba
2011- Festival Internacional de Poesía de Cartagena de Indias, Colombia
2011- World Festival of Poetry. Quintana Roo. México
2011- Gira presentaciones en Lima, Perú
2011- I Festival Iberoamericano Salvador Díaz Mirón, Veracruz, México.
2010- Encuentro Internacional 3 orillas en La Laguna, España
2010- Gira de presentaciones en Chile
2010- Festival Internacional de Poesía de La Habana, Cuba
2009- Feria de las Artes de Alajuela, Costa Rica

Organizador del Ciclo Poético Plenilunio  y  El escarabajo de oro de relatos en Málaga.

Ha publicado en las revistas de literatura digitales: Artepoética, Remolinos, Carrollera, Encontrarte, Cinosargo, Letras Nuevas, Palabras de Tramontana, Divague, El Laberinto de Ariadna, Es hora de Embriagarse, Herederos del Caos, Perito, 40cheragh, Urraka Internacional, Voces de Hoy, Almiar, Letras, Ariadna-RC, Laberinto, La Rosa Profunda, Nevando en la Guinea, Espíritu Literario, Pensamientos Likidos, Dulce Ársenico, Laberinto de Torogaz, Palabras Salvajes, Antaria, Mondo Kronhela, Imaginante, Nueva Literatura, La Botica, Azaul@rte, The Big Thimes, Isla Negra, Árbol Invertido, Letras de Chile, Literarte, Botella de Náufrago, Analecta Literaria, El Cuervo, Vicio Perpetuo, Calle B., La Casa de Asterión, Ágora, Yla, Cañasanta, Sinalefa, Golfa, Gente de Arte, Propuesta, Epligramas, Baquiana, Linden Lane, Guka, Gaceta Literaria, Raíces de Papel, Astrolabium, Conexos, Letralia, entre otras.

Poemas selectos/Selected Poems.
Medidas: 5,5×8,5 pulgadas (13,97×21,59 cm)
Páginas: 314 a tinta negra.
Editorial: Costa Literaria Ediciones, España.
ISBN: 978-8493329082
Libro en papel: 10$ en Amazon.com (COMPRAR)
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El proceso de escribir poesía se puede definir o catalogar de muchas formas. En una de ellas podríamos decir que consiste en crear belleza. Y ya con esa frase podríamos iniciar debates que nos ocuparían decenas de libros y horas de conversación. ¿No es acaso «belleza» lo que encontramos en obras de arte también terribles? Una amiga, poeta y gran decantadora de la realidad, Txiki, me habló un día de un cuadro, La balsa de la Medusa, pintado por Théodore Géricault en el siglo XIX, en el que un buen número de naúfragos trata de salvarse del hundimiento de un barco. La escena es terrible, dantesca, pero al mismo tiempo la plasticidad, la forma en que se retrata el dramatismo tiene una exactitud, unas luces y sombras, una credibilidad tal que podría considerarse que alcanzan la perfección en cuanto a su belleza. Francisco Muñoz Soler tiene en su poesía el trazo de un pintor que conoce muy bien la técnica por todo lo que lee y ha leído, por todo lo que ha escrito, y al mismo tiempo, como mi amiga poeta que mencionaba antes, también posee la cualidad de saber tamizar, intuir, describir en apenas un esbozo algo que puede estar cargado de inocencia o ser grotesco, cruel o temible.

Y es que la vida es o puede ser exactamente así. La poesía la pone encima de la mesa. Si estamos recluídos en nuestras casas contemplando nuestros ombligos y no salimos a ver el mundo, hablaremos de él a través de las opiniones o descripciones sesgadas que alguien ha hecho para nosotros. Francisco no utiliza intermediarios, su poesía nos trae el mundo, nos lo pone encima de nuestra mesa para que descubramos tanto su grandeza como sus numerosos matices, incluso su crueldad. Sus viajes poéticos nunca son monocromos en su faceta de pintor, sino que son sin excepción estallidos de color unas veces más sutiles y otros más llamativos incluso auténticas bofetadas.

Al fin y al cabo, es eso lo que se encuentra una persona que viaja con los ojos y los versos bien abiertos: ahí fuera, lejos de las zonas turísticas y las cárceles de extranjeros frente al mar donde todo está incluído, la vida brota como un río no secuestrado por el hormigón. Las personas tienen curiosidad, te lo dan todo o te quitan el aliento con una mirada. Un poeta cualificado para descifrar las realidades, para escuchar y transmitir sin traducir lo que ha visto, es una joya cultural que todos deberíamos preservar. Ese es el valor de lo que hace nuestro poeta. Francisco Muñoz Soler es un notario, pero no de los que esperan parapetados en su oficina a que lleguen las potenciales víctimas de bancos y vendedores a firmar sus hipotecas y transacciones. Él es un notario de la poesía, sale a encontrar los corazones que palpitan en el barro de cualquier país. Es una persona que sabe tratar y aprender de cada persona más allá del saludo protocolario y el gélido apretar de manos. Viajar nos alimenta el alma, igual que la poesía y nos ayuda a ver nuestra desnudez en el mundo con otros prismas. Así, nuestra familia, nuestra ciudad, nuestro entorno adquiere matices nuevos cuando acabamos de alejarnos para volver, en un sístole y diástole que también es el que hace palpitar a nuestros versos. Porque no es cierto que el mundo es solo un rompecabezas de países de colores, con banderas y símbolos; el mundo es una colección gigantesca de grises que van desde el blanco imposible al negro oscuro y el buen poeta, como buen fotógrafo, debe encontrar siempre las herramientas exactas, las palabras, giros, el objetivo, el encuadre, las metáforas, el tiempo justo y la abertura ideal que transmita exactamente lo que estábamos viendo y ya no existe.

La poesía es ese instante que ya no existirá nunca, pero que podemos releer siempre, crecer un poco para no ser jamás la misma persona que abrió el libro instantes antes…

Juan Navidad
poeta y editor

Zona Cero/Zero Zone.
Medidas: 5,5×8,5 pulgadas (13,97×21,59 cm)
Páginas: 164 a tinta negra.
ISBN: 978-1530519118
Libro en papel: 10$ en Amazon.com (COMPRAR)
10€ en Amazon.es (COMPRAR)
9£ en Amazon.co.uk (COMPRAR)

CARA

Prólogo

Si entendemos que la poesía se construye como si de un combate se tratara, es decir, debatiéndose entre el estatismo (latente) de un universo del discurso que el poeta comparte con el mundo exterior y el dinamismo (patente) de unos mundos posibles que se van desvelando en cada verso, los supuestos poéticos van emergiendo a medida que se desvela lo que el sujeto lírico dice sin explicitarlo. Es esa la grandeza de la poesía: convertir la realidad habitual en imagen visionaria, pero posible y, desde luego compartida universalmente. Así puede observarse en “Zona Cero”, poemario en el que lo autobiográfico se eleva por encima de la experiencia –anécdota- personal del autor, para contagiar al lector de sus vivencias, emociones y valores éticos. Y aunque siempre se ha dicho que lo que caracteriza a la función poética es “la forma”, los recursos de que hace uso el poeta para decir algo diferente, anómalo y extrañador, en sentido contrario -y muy de acuerdo con el tema y el lenguaje utilizado en estos poemas de Muñoz Soler- uno de los más importantes poetas italianos, Giovanni Pascoli, dejó dicho en “El Muchachito (Il fanciullino): “para conformar un poeta valen infinitamente más su sentimiento y su mirada que el modo con el cual transmita a los otros el uno y la otra.

La experiencia personal del yo poético está centrada en este poemario en dos temas: uno es doméstico, el hijo, leit motiv de la mayor parte de los poemas, con el que mantiene un diálogo lírico, doloroso, sufriente, porque, al parecer, la obligada separación entre padre e hijo, en la distancia, le hace reflexionar con un cierto sentimiento de culpa: “qué pensará de nosotros / que decidimos sin preguntarle”.

Para el sujeto lírico, el hijo, el recuerdo vivo de su presencia y sus gestos, es un microcosmos que lo envuelve en una atmósfera cargada de dolor. La hipérbole de la separación es tan expresiva como dramática. Así dice de él: “a pesar de su agudeza felina / no intuye que su vida / cambiará a través de un vuelo / tan brusco y perturbador / como si a mí me enviasen / a la luna sin previo aviso”. Imagen hiperbólica también de la despedida que, en ocasiones, resulta sangrante, como si de un martirio se tratara: “y mientras nos separábamos / no dejaba de despedirse / caminando hacia a atrás / como un penitente”.

A pesar de la tristeza manifestada de forma tan expresiva y plena de autenticidad, el poeta sueña, imagina espacios donde seguir amando y donde “los abrazos tiene peso”, porque pueden ser la simiente que consiga que el salvaje marabú, con sus espinas, no se adueñe del espacio y pueda convertirse en un “marabú de amor”.

El tema del hijo condiciona el segundo contenido que podemos observar en el presente poemario de Francisco Muñoz Soler y que es recurrente en toda su obra poética, desde Prehistoria poética, de 1996, pasando por Restauración y la voz del pensamiento, de 2010, hasta los últimos títulos publicados en 2012: Selección Natural, La incierta superficie y La claridad asombrosa.

Se trata de su inquietud metafísica (Qué cansada debe ser la eternidad), inspirándose en versos del poeta malagueño de la Generación del 27, Emilio Prados, cuando escribe “vivo un presente / donde no vivo”.

Esta circunstancial angustia vital, está definida e identificada con la idea de “Los hombres huecos” del poeta y dramaturgo anglo-estadounidense, Premio Nobel en 1948, T.S. Eliot (“Somos los hombres huecos / Somos los hombres huecos / Inclinados unos con otros / La cabeza llena de paja, ¡Pobres! ). En efecto, el sujeto lírico de Zona Cero repite la idea de Eliot en una concatenación de palabras que denotan y connotan esa sensación de vacío de humanidad: “hueco negro”; “permanente hueco”; “huecos de dolor y desesperanza”; “cuando se abra definitivamente el hueco”; “espacios ahuecados de humedad y tristeza”…

Huecos que, no obstante, como se ha aludido anteriormente, son vacíos circunstanciales, puesto que hacia el final del poemario nos dice “Tengo que abrir las ventanas / y todas las puertas / para que el aire, el sol / ventile esa casa enferma…”

Es un deseo intenso, para que en los muros de su casa, puertas y ventanas abiertas de par en par, pueda hacer acopio de esperanza “para enfrentarme al dolor / y renacer de mí mismo, porque de vivir vine / y a vivir voy”.

Paralelamente, e imbricado con estas reflexiones filosóficas, el lenguaje de que hace uso Muñoz Soler en este Poemario puede inscribirse en esa sencillez que propugnaban los seguidores del “Movimiento poético Hora Zero”, surgido en Perú en 1965, capitaneados por Jorge Pimentel, Juan Ramírez Ruiz y Enríquez Verástegui. Lenguaje directo, con temas y expresiones cotidianas, centrando su estética en la subjetividad, con intención de transformarla en valor universal. Así Muñoz Soler, nos cita un nueve de noviembre en que lo llamaron a filas, fecha de un vivencia que recuerda como de niño-soldado, o los lugares malagueños (El Mayorazgo, El Palo, los Baños del Carmen) que no son sino espacios líricos de lo vivido, y disfrutado, con su hijo; la cabalgata de Reyes o la Nochebuena…

Cabe preguntarse ante los temas que completan este poemario, ¿es suficiente la experiencia del autor para definir lo poético? ¿Habrá que pensar en que toda obra de arte lo es en función de la experiencia social y colectiva? René Wellek y Austin Warren (Teoría Literaria, ed. Gredos) concluyen en la siguiente afirmación: “Un poema no es una experiencia individual ni un suma de experiencias, sino solamente causa potencial de experiencias”.

Y no hay ningún asunto más contemporáneo y, por tanto, más potencialmente compartido colectivamente que el de las separaciones de pareja y el drama de los hijos “mediopensionistas”, con padres a medias, cuando no, muy distantes en el espacio y en el tiempo.

Francisco Muñoz Soler es poeta malagueño muy valorado también en Hispanoamérica. Actualmente, Málaga puede presumir de ser una de las ciudades españolas donde existen más actos culturales en los que la poesía es el género más cultivado en cantidad y en calidad de autores, adornándose en los actos públicos con la recitación de sus creadores. El propio Muñoz Soler dirige las lecturas poéticas que, con el título de “Plenilunio”, se celebran todos los jueves en El Liceo de Málaga y en donde participa un nutrido grupo de poetas consagrados y otros en florecimiento emergente.

Si como creía Leibniz, uno de los más insignes representantes del optimismo moderno, de entre las diferentes opciones que Dios tenía cuando decidió crear el mundo, parece que eligió la mejor, es este el mensaje que cualquier lector del presente poemario desearía transmitirle al autor: no debemos atarnos a la soledad porque, si la vida es un laberinto, su salida depende exclusivamente de cada uno de nosotros, para hacer de nuestros mundos posibles, por muy dramáticos que sean, un universo felizmente compartido. Y la poesía es el vehículo más idóneo para salir del laberinto, renaciendo siempre de nosotros mismos.

José Luis Pérez Fuillerat